viernes, 26 de agosto de 2016

El lado oscuro del Mineduc

§  Gabriel Graus, Director Asociado Humano Comunicaciones.

Catalogado como uno de los episodios más vergonzosos de la Guerra Civil Española, ocurrido allá por 1936 en la Universidad de Salamanca, el general franquista (falangista) Millán-Astray exclamó: "muera la inteligencia, viva la muerte", con lo que se infringió uno de los más grandes atentados en contra de la intelectualidad, todo en medio de una de las conferencias dictadas por alguno de los grandes humanistas españoles.

Este acto trajo consigo una inmediata respuesta por parte del filósofo de la época Miguel de Unamuno, quien le increpó: "Estáis en el templo de la inteligencia y yo soy su sumo sacerdote, estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis. Para convencer, se necesita persuadir, y para persuadir, necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España". Los hechos se enmarcan en la década del 30 del siglo pasado, donde los grandes pensadores y filósofos españoles intentaban guiar la conciencia de su país reclamando por el derecho a pensar, para que el ejemplo de ellos llegara a lo más profundo del pueblo, pues ellos no pretendían encerrarse en su torre de marfil.

Hoy en Chile, en pleno siglo XXI, con el anuncio del Ministerio de Educación de que se eliminará del ya pobre currículo escolar el ramo de Filosofía de tercero y cuarto medio, esto para incorporar la asignatura de Formación Ciudadana, cuya definición es vaga, oscura y de una amplitud casi esotérica, se comete un nuevo atentado a la inteligencia. Esto porque justo en el momento cuando los estudios indican que el enorme porcentaje de los chilenos no comprenden lo que leen, debiendo agregarse a aquellos que no comprenden lo que escuchan, cuando es penoso escuchar hablar a autoridades, conductores de TV o a algunos periodistas en terreno, sin pausas y con una verborrea escandalosa al filo de la charlatanería, salvo algunas honrosas excepciones, es poner corta pisos o pretender sesgar el intelecto de nuestros jóvenes estudiantes.

Desarrollar el pensamiento y la creatividad de nuestros adolescentes no se logra con recetas fáciles ni mágicas, sino que es fruto de un continuo desarrollo intelectual que se alcanza con este tipo de materias, el que hasta ahora se viene trabajando y consiguiendo con las escasas horas de Filosofía que nuestros alumnos tienen en sus mallas curriculares actuales. A través de ella se ponen a prueba las propias convicciones, se amplían horizontes, se aprende a reconocer verdades en las opiniones de los demás, se aprende a consensuar, incorporando valores morales y éticos. Incluso mucho se ha hablado de la necesidad de comenzar con Filosofía en primero medio, donde el intelecto curioso y expectante de esos jóvenes les permite abrirse a nociones que, sin ser mayormente profundas, les amplía su universo mental en expansión, aprendiendo el como a través de la historia el hombre ha ido modificando o acentuando pensamientos, valores y aspiraciones.

La posibilidad de discernir, discutir, consensuar y proyectar el propio pensamiento con el de otros es al parecer lo que se quiere evitar. ¿Es acaso coherente este planteamiento en momentos en que se habla y se trata de implementar una reforma educacional que “pretende una educación de calidad"?


Esto nos remite al inicio, con los hechos ocurridos en la universidad de Salamanca en el siglo pasado, y me convence cada vez más que lo que se pretende es tener al pueblo cautivo, cerrado mentalmente en la ignorancia, sin poder armar un análisis crítico a las mentiras que se venden cada día por los distintos medios, por sobre todo en reformas y campañas, y donde ahora pareciera querer decirse: "muera la Inteligencia, viva el oscurantismo".

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